Visitamos la cueva de El Pendo

El día 11 de abril, fuimos a la cueva de El Pendo. Allí nos dividimos en tres grupos para poder entrar.

Bajamos por una cuesta que nos llevó directos  a la cueva. Desde fuera vimos un agujero que era la entrada de la cueva, bajamos por unas escaleras para adentrarnos en ella.

Pablo el guía, nos contó que esa cueva era una de las primeras descubiertas e investigadas en Cantabria. Fue descubierta en 1878 por Marcelino Sanz de Sautuola (el descubridor de Altamira).

La cueva de El Pendo recibe ese nombre porque así se llamaba el río que atravesaba la cueva. Es una cueva de gran valor arqueológico, que ha sido visitada por arqueólogos de todo el mundo. Se han encontrado gran cantidad de utensilios y restos de las personas que vivían hace 84. 000 años. Pablo nos dijo que a ese tipo de utensilios se les llama arte mueble.

Pudimos observar el color de las rocas de la cueva, se podían ver las capas que muestran las diferentes épocas. Había capas negras que indicaban que en ese periodo la cueva había sido habitada, ya que ese color se debe al fuego que utilizaban las personas para calentarse y cocinar. Había varias capas de ese color, por lo que hubo hombres y mujeres prehistóricos habitando allí en diferentes periodos.  Pablo nos dijo que en esa zona se habían encontrado 250 piezas de arte mueble.

Después llegó lo mejor de la visita, nos acercamos hasta el final de la cueva para ver las pinturas rupestres que los hombres y las mujeres del Paleolítico pintaron hace 22.000 años. Pudimos ver ciervas pintadas con una técnica típica de Cantabria: líneas  con puntos y las orejas de cierva en forma de “v”.

El guía nos explicó que solían pintar utilizando las grietas para dar relieve a la figura y que eligieron la zona que se veía desde cualquier punto de la cueva, lo que indicaba que para ellos las pinturas eran algo importante. Además lo hicieron en una zona alta por lo que se cree que tuvieron que utilizar un andamio de madera.

Además de las ciervas pudimos ver un caballo y lo que parecía ser un uro.

Después de visitar la cueva pudimos comer y jugar hasta que nos fuimos caminando hacia el autobús.

¡Nos lo pasamos chachi piruli!